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Entender el funcionamiento de los sistemas de producción agrícolas es siempre de vital importancia y su estudio ha sido un objetivo prioritario para la sociedad. En este sentido, se han utilizado diferentes enfoques para comprender los procesos que explican la estructura, funcionamiento y la sostenibilidad de los sistemas de producción de alimentos. La Agroecología constituye un enfoque principal, al sostener la validez, importancia y pertinencia de la experiencia comunitaria que se presenta en este artículo, merecedor del tercer premio del Concurso de artículos y ensayos gestionado por el IPDRS el año 2014.
Las Pitias es una pequeña población en la frontera Norte entre Venezuela y Colombia, perteneciente al municipio Guajira. El municipio toma su nombre del territorio ancestral del pueblo indígena americano Wayúu, que en su lengua nativa es llamada Wo'Main (Nuestra Tierra), pero en lengua castellana se le ha denominado La Guajira.
Las Pitias se ubica en la parroquia Guajira, a 12 km al Norte de Sinamaica, su capital, entre la troncal del Caribe y la laguna de Gran Eneal. Está integrada por 124 familias originarias, más otras 134 familias asentadas en las viviendas nuevas, suma un total de 268 casas y una población aproximada de 1340 habitantes.
El Proyecto de Capacitación Agroecológica que constituye el tema del presente artículo se inició en el año 2012, con la participación de 3 estudiantes, impulsado por el profesor Norberto Rincón de la Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela. El proyecto continúa en marcha y ya pueden verse algunos resultados como las aptitudes desarrolladas por las personas y los cambios positivos en los modelos de producción hacia un sistema sostenible.
El concepto clave de capacitación agroecológica permite ampliar los conocimientos y experiencias de los pequeños productores y sus familias con respecto a los enfoques tecnológicos de trabajo, logrando, de esta forma, equilibrar el bienestar ambiental, la equidad social y la viabilidad económica.
De la realidad y su contexto
La región de la Guajira se caracteriza, entre otras cosas, por un sistema de producción agrícola de pastoreo itinerante, con cultivos a pequeña escala, de baja tecnología y de gran rusticidad. Un terreno sometido a muchas limitaciones, en especial las ocasionadas por la escasez del agua.
En general, los wayúu son grandes artesanos y comerciantes, sin embargo, los habitantes de Las Pitias, a diferencia de otras comunidades indígenas, se caracterizan por una marcada vocación agrícola, expresada en la siembra de hortalizas en barbacoas por más de tres generaciones. No obstante, por falta de capacitación han sido poco eficientes en la integración de una estructura de sostén económico y en la posibilidad de constituir un sistema para el aprovechamiento de los recursos biogenéticos locales. Los wayúu no alcanzan a autoabastecerse, situación que se agrava por la reciente construcción de 135 viviendas para el asentamiento de otras tantas familias nuevas en la comunidad, cuyos miembros, por ser de otras zonas, no tienen la misma vocación agrícola.
Otro factor determinante para aumentar la complejidad de la situación que vive este pueblo fronterizo, es el contrabando de extracción que se da a través de la movilización de alimentos imperecederos, víveres y combustible, entre otros. Esto ocurre debido a las políticas económicas adoptadas por el gobierno central de Venezuela, como el control cambiario de la divisa y la regulación de todos los precios de bienes e insumos, lo que hace que cada producto en Venezuela tenga un precio por debajo del costo real de producción. Es así que un mismo producto, tiene un valor entre 500% a 1000% mayor en Colombia que en Venezuela, constituyéndose en una tentadora oportunidad para negociantes inescrupulosos.
En 1996 se inició en Las Pitias la conformación de una organización comunitaria de vecinos. Para entonces, contaban con 34 familias que vivían en 14 ranchos construidos con paredes de arcilla, techos de palma y piso de tierra. Consumían agua de pozos artesanales, se alumbraban con lámparas de kerosén, la mayor parte de las personas eran analfabetas, la desnutrición infantil era bastante alarmante, no existía vialidad y sobrevivían de la pesca, el pastoreo, la siembra de hortalizas y la comercialización de cocos.
Gracias al empuje de su gente y con el apoyo de las políticas participativas del gobierno, se constituyó el Consejo Comunal. Esto permitió la promoción del desarrollo, pero centrado solo en la infraestructura física: tendido eléctrico de 800 metros con seis transformadores, alumbrado público, una Aldea Universitaria, un centro clínico nutricional, la construcción de una casa comunal de 220 m2, un terraplén como vía principal y 135 nuevas viviendas.
Justificada necesidad
La necesidad de garantizar la seguridad alimentaria de todos los pueblos, en especial los que se encuentra en condición de riesgos, es fundamental como política de Estado y como necesidad de la propia población. En este sentido, es imprescindible asumir acciones que consoliden la construcción de una estructura social incluyente y un modelo agroecológicamente productivo, humanista y endógeno; centrado en el ser humano y sus capacidades, potenciadas a través de un plan de capacitación familiar y comunitaria, y la difusión de innovaciones tecnológicas.
Con la ejecución de este proyecto se ha promovido la participación protagónica de la comunidad indígena en el fomento de su propio desarrollo, a través de un sistema producción agroecológica – sostenible – comunitario, que permita elevar la calidad de vida de sus habitantes. Así como la realización de actividades de integración comunitaria, en alianza articulada con otras iniciativas de gestión y de las actuales políticas públicas como: misión árbol, todas las manos a la siembra, patios productivos, entre otros.
Con la ejecución del proyecto se espera promover el desarrollo de la agricultura familiar en las comunidades indígenas de la etnia wayúu, a través de un sistema de producción agroecológica sostenible y comunitaria. Las actividades consisten en la producción de biofertilizantes en composteros y hortalizas en barbacoas suspendidas. Los composteros son tablones cavados en la tierra o construidos por encima, para albergar desechos orgánicos que mezclados con tierra y agua fermenten formando el compost. Las barbacoas suspendidas son estructuras elaboradas a partir de madera, materiales reciclados o bloques de cemento diseñadas para albergar un sustrato a base de arena y utilizada para cultivar determinadas especies vegetales de poco crecimiento, en su mayoría hortalizas.
Ambos procedimientos permiten producir vegetales para el autoconsumo y disminuir los gastos en la alimentación básica, así como mejorar la calidad de vida, integrar la comunidad y contribuir a la reducción de las actividades ilícitas de contrabando de extracción conocido como Bachaqueo.
En la gestión del proyecto se asumieron dos acciones específicas. En primer lugar, caracterizar el sistema conformado por los pequeños productores de hortalizas y otros cultivos vegetales como frutales y plantas medicinales, considerando los aspectos sociales, ambientales, económicos y tecnológicos. En segundo lugar, capacitar a las y los pobladores para la constitución de un sistema de pequeñas granjas integrales, utilizando la producción endógena de biofertilizantes en composteros y hortalizas, y otras especies vegetales en barbacoas suspendidas o canteros.
Los efectos previstos del Proyecto en lo social son promover la participación protagónica de todos los miembros de las comunidades, a través de los talleres participativos, cursos y conversatorios, como sujetos de su propio desarrollo.
En el área ambiental se trata de incentivar un modelo de producción y consumo ambientalmente sustentable, garantizando la administración de la biosfera para la producción de beneficios, con recursos y germoplasmas locales. Para esto se ha sensibilizando a los pequeños productores, agricultores, amas de casa, jóvenes y a la comunidad en general sobre el uso eficiente de los recursos naturales.
Y en lo económico, se pretende disminuir los gastos en la alimentación básica de vegetales y la generación de ingresos económicos por la venta de los excedentes.
De la realidad a la esperanza
En las condiciones actuales la sociedad exige una instrucción de valores agrícolas con la cual se desarrolle el potencial de la creatividad, así como la capacidad de crear recursos naturales que favorezcan la seguridad ambiental y alimentaria. Esto constituye el pensamiento de largo plazo del trabajo del Proyecto, por lo cual hubo que llevar adelante programas de capacitación agroecológica con los productores del sector, dando prioridad a sistema de producción de carácter sustentable.
Las y los participantes debían tener bien clara la problemática existente y poder establecer pequeñas granjas integrales agrícolas rentables, usando técnicas de producción que no destruyan el ambiente, fáciles de aplicar y accesibles a todo productor desde el punto de vista económico.
Para llevar adelante el proceso se elaboró un diseño curricular educativo con el "enfoque por competencias", que exige que los estudiantes de agronomía sean capaces de vincular su formación con las actividades propias del sector y articularse con la comunidad del entorno.
El vínculo entre universidad y comunidad tiene el fin de establecer una relación activa a través de la cual las y los estudiantes puedan actuar como elementos promotores del desarrollo, mediante la conducción de un proceso educativo que, además de fomentar entre los productores la valoración de su trabajo, les proporcione conocimientos sobre la necesidad de impulsar un nuevo tipo de agricultura, que permita alcanzar metas de soberanía agroalimentaria para obtener mejores cultivos y buena producción como contribución a sus familias, el Estado y el país.
De igual forma, las familias productoras son sujetos y objeto de estudio, pues son ellos los protagonistas de un proceso educativo mediante el cual recibirán los conocimientos a través de programas de capacitación agroecológica, a partir de las necesidades identificadas en los talleres de diagnóstico participativo.
El proceso planteó varios desafíos, especialmente en la posibilidad de contribuir a la calidad del ambiente, la generación de ingresos, la seguridad alimentaria y la reducción del contrabando. Esta capacitación sobre la agricultura orgánica brinda la oportunidad de combinar conocimientos tradicionales ancestrales que poseen los pequeños productores con la ciencia moderna biológica, genética, molecular y tecnología de producción.
El método de trabajo utilizado en el Proyecto corresponde a la investigación de campo de nivel descriptivo, con un diseño no experimental, ex-post-facto; explicado por Roberto Hernández Sampieri en el libro “Metodología de la Investigación” en su quinta edición por la editorial McGraw Hill. Inicialmente se analizó un conjunto de variables existentes que inciden en el desarrollo sostenible del sistema de producción agroecológica, luego se diagnosticó y caracterizó la situación de los productores y sus familias, identificando sus necesidades de capacitación.
En el diagnóstico se consideraron aspectos sociales estudiando los principales rasgos de identidad individual y colectiva; ambientales, identificando los recursos y germoplasma locales y detectando los distintos grados de vulnerabilidad y riesgos ambientales; económicos, para visualizar los factores productivos de mayor eficiencia, así como la estructura de la economía social del actual modelo productivo, y tecnológicos, al describir los niveles de tecnología alcanzados por los productores participantes, haciendo especial énfasis en las innovaciones aplicadas para la producción agrícola.
Una fuente principal de conocimiento fueron los resultados de las encuestas y entrevistas aplicadas, considerados como datos primarios por ser información obtenida presencialmente de las y los productores y en su contexto real.
El trabajo contó, además, con el respaldo teórico de análisis de conceptos y de las variables por medio de la revisión bibliográfica y de otras fuentes que proporcionan información del objeto de conocimientos. La argumentación fue utilizada como referente teóricos y se consideraron, complementariamente, otras fuentes secundarias.
A lo largo de la gestión del proyecto se ejecutaron nueve actividades de capacitación, entre cursos, talleres y conversatorios, en los que participaron 212 personas (115 mujeres y 96 hombres); 16 actividades de asistencia técnica con la participación de 128 productores (72 mujeres y 56 hombres) y cuatro actividades comunitarias, como jornadas sociales y ferias del volantín, llegando a 429 personas. El total de beneficiarios asciende a 779 hombres, mujeres y niños.
Comprendiendo el enfoque agrícola familiar
La agricultura familiar incluye todas las actividades agrícolas de base familiar campesina indígena y está relacionada con varios ámbitos del desarrollo rural sostenible. La agricultura familiar es una forma de clasificar la producción agrícola: vegetal, animal, forestal, pesquera, pastoril y acuícola, gestionada y operada por una familia y depende principalmente de la mano de obra del grupo familiar, incluyendo a mujeres como a hombres, adultos mayores, jóvenes y niños.
Tanto en países en desarrollo como en los desarrollados, la agricultura familiar es una de las formas predominantes de agricultura en la producción de alimentos. Particularmente en Venezuela hay varios factores clave para un desarrollo exitoso de la agricultura familiar, como, entre otros, las condiciones agroecológicas y las características territoriales, el entorno normativo, el acceso a los mercados, el acceso a la tierra y a los recursos naturales, el acceso a la tecnología y a los servicios de extensión, el acceso a la financiación, las condiciones demográficas, económicas y socioculturales o la disponibilidad de educación especializada.
A través de las actividades realizadas se ha observado un cambio en el sistema de vida de la comunidad, en el cual la agricultura ecológica familiar adquirió mayor relevancia desde diversos enfoques observándose mayor dedicación y mejores resultados. De aplicarse el modelo sustentable en toda la región, la calidad de vida de muchos de sus habitantes incrementaría mejoras en un amplio rango.
Las opiniones expresadas en este documento son responsabilidad del autor y no comprometen la opinión y posición del IPDRS.