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Biblioteca La defensa de la tierra y el territorio

La defensa de la tierra y el territorio

La defensa de la tierra y el territorio
Revista de agroecología Leisa. Volumen 27 Nº4

Resource information

Date of publication
Diciembre 2011
Resource Language
ISBN / Resource ID
volumen 27 No. 4

En los últimos años se extiende por Asia, Africa y América Latina la adquisición de enormes extensiones de tierras, llevada a cabo por grandes empresas –extranjeras y también de los países en lo que se adquieren las tierras, inversionistas institucionales
y especuladores e incluso estados–. Como se explica en el artículo que abre esta edición de LEISA (Monsalve Suárez y Seufert, p. 5), las razones de estas operaciones, que pueden otorgar tierras en venta, alquiler, concesión, etc., son varias: producción de biocombustibles (especialmente etanol a partir de maíz o caña de azúcar), de alimentos (principalmente soya transgénica), inversión especulativa, explotación minera, petrolífera o de gas natural.

La apropiación de grandes extensiones de tierras por grupos de poder y la lucha de los pequeños propietarios, productores campesinos y poblaciones indígenas en defensa de sus derechos no son nuevos, sino que se han dado frecuentemente a lo largo de la historia. Pero esta reciente oleada de acaparamiento de tierras se justifica con nuevos argumentos.Uno de ellos es que la apropiación de grandes extensiones para la producción de biocombustibles se defiende recurriendo a la problemática del cambio climático, cuando, como se sabe, el tipo de agricultura industrial que se va a desarrollar en estas áreas implica la producción de gases invernadero. También, a menudo se sostiene en nuestros países que no se debe poner límite a la extensión de las unidades agrícolas puesto que con la agricultura a gran escala se obtienen los rendimientos más altos, que serían
imprescindibles para poder alimentar a la población en crecimiento. Pero no se dice que ese tipo de agricultura contamina el medio ambiente y elimina la agrobiodiversidad y, aun cuando fuera más productiva que otras alternativas –lo cual tampoco está demostrado–, no es sostenible.

Otro aspecto que los defensores del acaparamiento de tierras no mencionan es que la instalación de grandes propiedades, por lo general en regiones pobres y de escaso desarrollo institucional, otorga a los nuevos terratenientes gran poder e influencia en las decisiones políticas, incluso a nivel nacional y que, el nuevo proceso de concentración de tierras se impone sobre niveles preexistentes de desigualdad, que demandan políticas redistributivas en lugar de limitar el acceso a la tierra a la población rural

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