Ahora, no tengo que pedir dinero a los hombres porque tengo el mío propio y no tengo que hacer lo que me dice un hombre
Tenefo Votsirasoa , agricultora de Madagascar
Las mujeres de una de las partes más pobres de las zonas rurales de Madagascar están aumentando su independencia económica de los hombres cultivando las tierras de la aldea y vendiendo sus productos.
Viven en el pueblo de Ankilinanjosoa, en Anosy, una región que ha sufrido una serie de sequías que han hecho fracasar varias cosechas.
Veinticinco mujeres formaron una asociación de cultivadoras que tiene acceso al agua como parte de un proyecto apoyado por UNICEF.
Se espera que una forma fiable de regar sus cultivos no sólo ayude a aumentar su resistencia a las condiciones de sequía, sino que también les permita tomar sus propias decisiones sobre cómo gastar su dinero.
En vísperas del Dia Mundial del Agua, que se celebra anualmente el 22 de marzo, la agricultora Tenefo Votsirasoa explica que el acceso al agua lo es todo.
"En este huerto de unos 500 m2 cultivamos maíz, calabacines, verduras, tomates, pimientos, cebollas y, a veces, judías. Sobre todo el maíz necesita mucha agua.
Obtenemos agua del suministro del pueblo. Cuesta 100 ariary malgache (2 céntimos de dólar) un bidón de 20 litros. Gastamos unos 2000 ariary (44 céntimos de dólar) al día en agua.
Antes, si queríamos cultivar, nos salía muy cara, ya que teníamos que comprar agua del río, que costaba entre 500 y 1000 ariary (entre 11 y 22 céntimos de dólar) por bidón.
Tenemos un sistema de irrigación que nos proporcionó UNICEF, lo que significa que nuestros cultivos siempre tienen agua suficiente. Tenemos que alquilar la bomba para regar el campo, pero esperamos que algún día, como asociación, podamos comprar nuestra propia bomba, lo que a la larga nos ahorrará dinero.
Escuela y trabajo
Tengo ocho hijos, cinco niñas y tres niños, y ahora que tengo acceso a información sobre planificación familiar, no tendré más.
Las niñas vienen a ayudar en el campo después de la escuela. No es nuestra cultura que los chicos vengan. Ellos se quedan en casa para estudiar o hacer otros trabajos, por ejemplo, cuidar del ganado. Mi marido se fue de casa para buscar trabajo y vive muy lejos, en el norte del país.
Ahora puedo conseguir comida suficiente para alimentar a mi familia y vender el resto para poder enviar a los niños a la escuela y pagar la atención médica. También estoy ahorrando algo de dinero.
No me interesa ser más poderosa que los hombres
El pueblo tiene unos 1200 habitantes. Nuestra asociación de agricultores está formada por algunas de las mujeres que tienen menos oportunidades. No producimos lo suficiente para alimentar a todos los habitantes del pueblo, pero muchos tienen recursos para comprar alimentos en el mercado.
El mayor cambio en mi vida es la independencia que me ha dado la agricultura. No tengo que pedir dinero a los hombres porque tengo el mío propio y no tengo que hacer lo que me dice un hombre, así que me siento más igual. Creo que a los ojos de los hombres se respeta nuestra independencia y tenemos cierto valor como personas.
No me interesa ser más poderosa que los hombres; ellos también tienen una asociación en el pueblo, así que podemos trabajar juntas en nuestras asociaciones separadas.
Hasta ahora hemos tenido cuatro cosechas y estoy muy contenta con nuestros progresos. Es una buena idea estar en una asociación.
Mi consejo para un buen cultivo son las judías. Si plantas diez bolsas de semillas puedes cosechar 100 bolsas de judías.”
Blog publicado en la página web de la ONU.
Foto: Fao Américas, Flickr (CC BY-NC-SA 2.0 DEED)