Estas cifras demuestran que las mujeres del medio rural son fundamentales para avanzar hacia un futuro mejor. Sin embargo, no están recibiendo lo que necesitan para prosperar | Land Portal

 

Y sin embargo, aunque producen una gran parte del alimento en nuestras granjas y en nuestras mesas, no tienen acceso a los mismos recursos que los hombres.

Sin acceso a tierras, financiamiento, capacitación, insumos y equipos, las mujeres no pueden producir con eficacia, ni alcanzar la estabilidad financiera o la seguridad alimentaria, ni hacer crecer sus negocios.

¿Por qué es importante? Si las agricultoras tuvieran el mismo acceso a los recursos productivos que los hombres, entre 100 y 150 millones de personas dejarían de pasar hambre, lo que también aumentaría su resiliencia a la crisis climática.

Es por eso que el FIDA crea oportunidades para que las mujeres accedan a lo que necesitan, como este proyecto en Nigeria, que les brinda semillas y préstamos.

A nivel mundial, apenas un 15 % de los propietarios de tierras son mujeres.

A pesar de que casi uno de cada dos agricultores son mujeres, es mucho menos probable que las mujeres, frente a los hombres, sean las propietarias legales de las tierras que cultivan. De hecho, aunque técnicamente 164 países reconocen el derecho de las mujeres a ser propietarias de tierras, a usarlas y a tomar decisiones con respecto a ellas, las normas sociales dictan que estos derechos son accesibles en apenas 52 de estos países.

¿Por qué es importante? Cuando las mujeres no son propietarias de las tierras que trabajan, su principal fuente de ingresos y de alimentos es incierta, y no pueden tomar decisiones relevantes en cuanto a su gestión sostenible en el contexto de la crisis climática.

Es por eso que el FIDA ayuda a promover la igualdad de género. En uno de los proyectos que patrocinamos en Etiopía, por ejemplo, se ayuda a las parejas casadas a registrarse como copropietarios en los certificados catastrales, a fin de que puedan decidir juntos cómo usarán la tierra y gestionarán sus ingresos.

Apenas un 8 % de la ayuda internacional se destina a proyectos que se centran principalmente en la igualdad de género.

Lo que es más, tan solo el 1,7 % de la financiación para el clima se destina a los productores en pequeña escala de los países en desarrollo.

A menudo, los gobiernos y los donantes pasan por alto los medios de vida y la experiencia de las mujeres y sus conocimientos especializados a la hora de planificar y financiar programas de desarrollo rural y promover iniciativas de adaptación al cambio climático. Las desigualdades estructurales implican que las mujeres son desproporcionadamente más vulnerables a los efectos del cambio climático, y pese a ello, son las que menos asistencia reciben.

¿Por qué es importante? Si las mujeres no son capaces de generar medios de vida sostenibles y avanzar hacia el empoderamiento económico, ellas y sus familias serán menos resilientes a los efectos del cambio climático.

Es por eso que el empoderamiento de la mujer ocupa un lugar destacado en la Ampliación del Programa de Adaptación para la Agricultura en Pequeña Escala (ASAP+), el nuevo mecanismo de financiación del FIDA para la adaptación al cambio climático. Estamos movilizando USD 500 millones para ayudar a 10 millones de personas a mejorar su resiliencia y adaptarse al cambio climático.

Cuatro de cada cinco personas que se ven obligadas a abandonar sus hogares debido a los desastres climáticos son mujeres.

Las mujeres de las zonas rurales en los países en desarrollo se encuentran entre las más afectadas por el cambio climático. Muchas de ellas dependen de la agricultura para subsistir, por lo que también son más vulnerables a los efectos del clima sobre la productividad agrícola. Cuando ocurren desastres, las mujeres tienen más probabilidades de morir o de perder el acceso a los servicios esenciales.

¿Por qué es importante? En momentos de crisis, el trabajo de velar por el bienestar de la familia a menudo recae sobre las mujeres. Aunque durante la pandemia de la COVID-19 la carga de trabajo doméstico de las mujeres aumentó, casi no recibieron reconocimiento ni recompensas. Y a medida que el cambio climático aumenta la frecuencia de los desastres, las mujeres continúan siendo las más afectadas por sus consecuencias.

Es por eso que los proyectos patrocinados por el FIDA promueven la participación de las mujeres en las decisiones comunitarias en materia de resiliencia al cambio climático y adaptación a sus efectos. En la región del alto Tana de Kenya, un 65 % de los miembros de las asociaciones comunitarias creadas para gestionar de manera sostenible los bosques y proteger los medios de vida locales son mujeres.

 

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