Uno de los temas más debatidos en el recién concluido Congreso de la Unión Internacional sobre la Conservación de la Naturaleza (UICN) en Marsella fue el de designar 30 por ciento de la superficie terrestre y acuática del planeta como áreas protegidas para 2030, en un esquema que sectores activistas señalan como parte de un modelo colonialista.
Se espera que este debate llamado 30X30 se intensifique y también dirima en la 15 Conferencia de las Partes (COP15) sobre Diversidad Biológica, promovida por la Organización de Naciones Unidas (ONU) y que se celebrará en la ciudad china de Kunming en abril de 2022, tras ser aplazada por la pandemia de covid-19.
Las agrupaciones de los pueblos indígenas dicen que la conservación tiene que reconocer sus derechos a la tierra, los territorios, los mares costeros y los recursos naturales. Algunos activistas sostienen que el modelo de la “conservación en fortalezas” no es más que un colonialismo con otro disfraz, en que no se tiene en cuenta la voz de los pobladores originarios.
El fracaso del mundo en la consecución de los objetivos globales de protección, conservación y restauración de la naturaleza para 2020 ha sido aleccionador para impulsar nuevas fórmulas. En Kunming, 190 gobiernos se reunirán en abril próximo, tras un formato virtual en octubre de este año, con el objetivo de finalizar y aprobar el Marco Mundial de Biodiversidad de la ONU para después de 2020.
El borrador del Marco, publicado en julio, tiene como gran objetivo establecer “un mundo que viva en armonía con la naturaleza” para 2050, con metas intermedias que protejan al menos 30 % del planeta y pongan al menos al menos 20 % en restauración para 2030.
El Manifiesto de Marsella, la declaración final del Congreso Mundial de la Naturaleza, celebrado en esta ciudad francesa entre el 4 al 10 de este mes, da mayor visibilidad a los pueblos indígenas al comprometerse a crear una red de conservación ambiciosa, interconectada y eficaz, basada en sitios, que represente todas las áreas de importancia para la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas es crucial.
Esa red, se resalta, debe reconocer el papel y la custodia de los pueblos indígenas y las comunidades locales.
“El Congreso organizado por la UINC implora a los gobiernos que establezcan objetivos ambiciosos en materia de áreas protegidas y otras medidas basadas en zonas de conservación, para alcanzar que al menos 30 % del planeta esté protegido para 2030”, indica el Manifiesto.
Según los participantes en el Congreso de Marsella, “los objetivos deben basarse en los conocimientos científicos más recientes e incluir los derechos, incluido el de consentimiento libre, previo e informado, tal como se establece en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas”.
“La UICN debe potenciar la participación de los pueblos indígenas y las comunidades locales”, añade el Manifiesto.
“La historia ha demostrado que se hacen promesas, pero poco a poco la vida de los habitantes de los bosques se hace imposible hasta que finalmente son desalojados de sus hogares generacionales de siglos. ¿Y para qué se les expulsa? Para los animales y los turistas. No vemos señales reales de que esto vaya a cambiar”: Sophie Grig.
La UICN cuenta actualmente con 1500 miembros, entre los que se encuentran 91 Estados, 212 organismos gubernamentales, 1213 organizaciones no gubernamentales (ONG), 23 organizaciones de pueblos indígenas y otros 52 miembros afiliados.
Los pueblos indígenas exigen ante todo “el reconocimiento y el respeto seguros de los derechos colectivos indígenas y la gobernanza de las tierras, territorios, aguas, mares costeros y recursos naturales”.
Las organizaciones de pueblos indígenas que son miembros de la UIC abarcan seis continentes y se unieron para desarrollar la agenda indígena global y realizar su propia cumbre dentro del Congreso de la UINC, en una iniciativa inédita en estos encuentros.
Su objetivo era unir las voces de los pueblos originarios de todo el mundo para concienciar sobre la necesidad de mejorar las medidas para proteger los derechos de los pueblos indígenas y su papel como guardianes de la naturaleza.
Otros activistas adoptaron una postura más dura durante el Congreso de la UINC, que se celebra cada cuatro años.
“El plan 30×30 no es más que un enorme acaparamiento de tierras, dijo a IPS Sophie Grig, responsable de investigación y defensa de Survival International, desde la sede de esta gran organización conservacionista en Londres.
A su juicio, esa propuesta “no es más que un bocado, una mentira verde”.
“La historia ha demostrado que se hacen promesas, pero poco a poco la vida de los habitantes de los bosques se hace imposible hasta que finalmente son desalojados de sus hogares generacionales de siglos. ¿Y para qué se les expulsa? Para los animales y los turistas. No vemos señales reales de que esto vaya a cambiar”, adujo Grig.
Survival International y otras entidades activistas organizaron el congreso Nuestra Tierra, Nuestra Naturaleza un día antes del comienzo del congreso de la UICN, en que hicieron un contundente llamado a la “descolonización de la conservación”.
“La conservación en fortalezas viola los derechos humanos y no protege la naturaleza”, dijo David R Boyd, relator especial de la ONU sobre Derechos Humanos y el Medioambiente, en un informe divulgado en agosto, en la antesala del Congreso de la IUNC.
“Los impactos devastadores de la conservación en fortalezas sobre los pueblos indígenas, las comunidades locales, los campesinos, las mujeres y los jóvenes rurales han generado beneficios limitados para la naturaleza”, aseguró el relator.
Poner fin a la actual crisis de la biodiversidad requerirá “un enfoque transformador” de lo que implica “la conservación, de quiénes son los conservacionistas y de cómo se diseñan y ejecutan los esfuerzos de conservación”, añadió Boyd.
Los estudios han demostrado que los pueblos indígenas representan solo 5 % de la población mundial, pero contribuyen de manera significativa a su diversidad medioambiental, ya que más de 80 % de la biodiversidad restante del mundo se encuentra en sus tierras.
El debate sobre el tema del rol de los pueblos indígenas en la conservación del planeta se hizo global y ello parece que se acentuará en el próximo año.
En un foro en línea que coincidió con la cumbre de la UICN sobre los pueblos indígenas, pero que fue independiente de ella, las mujeres indígenas, muchas de ellas del sudeste asiático, subrayaron que no basta con que los forasteros se limiten a observar las prácticas indígenas y luego intenten aplicarlas en otros contextos.
Las voces indígenas deben estar “en el centro de la conversación, no relegadas a los márgenes”, se subrayó en ese foro.
El conocimiento ecológico de los pueblos tradicionales no es solo un concepto teórico, sino que es “una ciencia autóctona”, un conocimiento aplicado acumulado por los pueblos indígenas a lo largo de miles de años y más eficaz para abordar los retos del cambio climático y la biodiversidad “porque se basa en la aceptación de que todos los organismos vivos son interdependientes”, aseguraron sus participantes.
La Agenda de los Pueblos Indígenas en Marsella también hace un llamamiento a la comunidad mundial, desde los Estados hasta el sector privado, pasando por las ONG de conservación, la financiación de la conservación y el mundo académico, “para que se comprometan a realizar esfuerzos conjuntos específicos con ellos, como el diseño conjunto de iniciativas y la colaboración en oportunidades de inversión”.
“Nuestros objetivos globales para proteger la tierra y conservar la biodiversidad no pueden tener éxito sin el liderazgo, el apoyo y la colaboración de los pueblos indígenas”, dijo Bruno Oberle, director general de la UICN, al inaugurar el Congreso.
Manifestantes a favor de la descolonización de la conservación replicaron durante el Congreso: “Entonces, ¿la inversión en esta duplicación de las áreas de conservación, o al menos parte del dinero, irá directamente a los pueblos indígenas?”.
“No es probable”, dijo Grig, de Survival, “la conservación en fortaleza es el modelo racista y colonial de conservación promovido por los gobiernos, las corporaciones y las grandes ONG de conservación”.
“El plan 30X30 parece un proceso sencillo e indoloro, pero no lo es para las comunidades indígenas. Es simplemente un plan que permite al norte global seguir quemando combustibles fósiles y consumiendo de forma insostenible”, añadió Grig.
Los indígenas fueron claros en sus demandas ante el Congreso. Su Agenda y Plan de Acción exigen: “Como pueblos indígenas de todo el mundo, pedimos un entorno equitativo para el reconocimiento de los pueblos indígenas para prosperar como líderes, innovadores y contribuyentes clave a la conservación de la naturaleza”.
Queda por ver hasta qué punto las palabras y las promesas de los organismos internacionales en materia de políticas y financiación se traducen en acciones sobre esta polémica y crítica cuestión en 2022, en Kunming, durante la COP15 de la Convención sobre Diversidad Biológica.
T: MF / ED: EG
Protesta contra el plan de conservación 30X30 en el Congreso Mundial de la Naturaleza de la UICN, celebrado este mes de septiembre en la ciudad francesa de Marsella. Foto: Survival International
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