BLANCA JULIA AJTÚN MEJÍA ES DEFENSORA DE DERECHOS HUMANOS Y DE LA MADRE TIERRA.
Mujer maya quiché, de la costa sur de Guatemala, hace parte del Comité de Desarrollo Campesino (CODECA) desde hace ya 18 años.
Pese a haber sufrido criminalización, dedica su vida a luchar por los derechos - individuales y colectivos- de las comunidades campesinas e indígenas, especialmente de mujeres y niños.
Conversamos con ella para conocer los desafíos que enfrenta, y para entender la importancia de la formación para las personas defensoras del medio ambiente y los derechos humanos.
¿Qué te llevó a convertirte en defensora?
Como madre de familia y mujer siempre he trabajado en el campo. Allí me di cuenta de la explotación a los hombres campesinos e indígenas, pero sobre todo a las mujeres. Fue poco a poco, ante toda esa explotación, criminalización, saqueo y contaminación que las empresas hacen alrededor de nuestras comunidades, como comencé a encontrar el camino hacia CODECA. Empecé como socia en mi comunidad, después me fui integrando a nivel municipal, departamental, y finalmente a nivel nacional.
Al día de hoy soy parte de la dirección política de CODECA. Decidí ser parte porque sabía que no íbamos a defender derechos de un grupo, o de personas individuales, sino las demandas de la nación. Además soy coordinadora de la Red de Mujeres a nivel nacional, donde trabajo con un equipo y realizamos formaciones cada semana.
¿Cómo calificas el contexto en Guatemala para la defensa de los derechos humanos?
Si bien es cierto que hay un Estado, es para un grupo reducido de empresarios y transnacionales. Para nosotros, los pueblos originarios, no hay Estado. Es un Estado fallido. Sabemos que hay una institución que nace de los Acuerdos de Paz, pero está manipulada, en manos de los corruptos.
En Guatemala, es el mismo Estado el que persigue y criminaliza a las personas defensoras de derechos humanos. Cuando hablo del Estado estoy hablando de jueces, del Ministerio Público, de Cortes de Justicia.
Como movimiento lo hemos vivido en carne propia. Desde 2018 han asesinado a 28 defensores y defensoras de CODECA, simplemente por su lucha y defensa de los derechos humanos. No nos dan esa garantía por defender los derechos humanos y los pueblos originarios somos los que más somos golpeados por eso.
¿Has sufrido criminalización por tu labor como defensora?
Defender derechos es bien complicado en Guatemala. Las empresas transnacionales, en complicidad con el Estado machista y racista, se prestan para perseguir a las y los defensores. Y eso fue lo que pasó con mi persona y con otros dos compañeros. En 2014 el mismo Estado nos secuestró y nos encerró ilegalmente. Nos acusaron de delitos como "instigación a delinquir" y "terrorismo", entre otros. Todo el sistema estaba en nuestra contra, incluso los medios de comunicación, que nos difamaron, exponiendo nuestros nombres y foto en las primeras planas. La criminalización se sentía.
Nos ofrecieron un "proceso abreviado", lo que significaba aceptar una culpa que no teníamos, pero elegimos el camino largo para demostrar nuestra inocencia. El proceso se llevó a tribunales a nivel internacional y la ONU sacó una resolución donde le indica al Estado de Guatemala que hizo una detención arbitraria. Ganamos el caso y el Estado está pendiente de resarcir daños y perjuicios.
La criminalización perjudica a nuestras familias, nuestras comunidades, y al movimiento organizativo, pero a este sistema tenemos que enfrentarlo juntas y juntos. Estamos dispuestos a dar la vida porque pensamos en las generaciones que vienen. Y sobre todo porque hay que recuperar lo que nos pertenece a las comunidades, lo que está alrededor de nuestro territorio, nuestro ríos, nuestras montañas, nuestras tierras, porque lo han privatizado todo, y entonces, cuando enfrentamos eso viene la criminalización. Pero es nuestra casa, nuestra casa se llama Guatemala. Por eso tenemos que luchar.
¿Por qué es importante brindar formación a las y los defensores de la tierra y el medio ambiente? En su experiencia, ¿qué capacidades es urgente fortalecer?
Es muy importante brindar formación a las defensoras de la Madre Tierra. Nosotros venimos de ella, que nos mantiene, y volvemos a ella. Mi formación en CODECA me ha enseñado muchas cosas y continúo aprendiendo. Es crucial que la formación llegue no solo a las defensoras y defensores sino también a la población, especialmente a juventudes, mujeres y académicos/as. Este sistema cada día nos mata más de una u otra forma, y necesitamos saber cómo defendernos.
La pandemia dejó claro cómo dependemos del campo y la naturaleza. Para nosotros, la tierra es vida, no mercancía, y debemos defenderla. Las mujeres, y la Madre Tierra tenemos que ser reconocidas como sujetas de derecho. En ese sentido, la formación es esencial no solo en temas de tierras, sino en varios temas para seguir fortaleciendo nuestros conocimientos, para tener lugar en la toma de decisión y poder presentar nuestras propuestas.
Por eso tenemos la Red de Mujeres “Tejiendo el Buen Vivir”, que impulsa el proceso para lograr el Estado Plurinacional para lograr el Buen Vivir, para que todas y todos tengamos acceso a servicios básicos, gocemos de un ambiente y de territorios sanos, comamos alimentos sanos, respiremos aire limpio. Nosotros sin la tierra no podemos vivir.