Banco Mundial advierte que la mala administración de las tierras en Nicaragua impide la llegada de inversión que ayudaría a superar los graves rezagos de productividad en el campo e industrias
Pese a los esfuerzos que se han hecho para mejorar la administración de las tierras en Nicaragua, entre el 35 y 40 por ciento de estas están en disputa. “La calidad de la administración de la tierra es baja”, afirma el Banco Mundial con base en los resultados del Doing Business, en cuyo ranking el país se ubica en la cola en esta materia.
Los conflictos por tierras abarcan “disputas fronterizas, restituciones de derechos pasados, falta de documentación para probar propiedad legal o reclamaciones de pueblos indígenas sobre territorios ancestrales que se solapan con otros regímenes de tenencia de tierras”, según el Diagnóstico Sistemático de País, publicado por el Banco Mundial (BM) en junio pasado.
Según el organismo, la falta de seguridad jurídica en la tenencia de la tierra ha limitado en parte la posibilidad de que el sector agrícola atraiga inversión, “socavando la productividad de la tierra”.
“Varios estudios han encontrado una relación positiva entre la recepción de un título registrado, el valor de la tierra y la inversión”. Citando un estudio de 2004, este encontró que “para el caso de Nicaragua, la tenencia de títulos registrados aumentó tanto el valor de la tierra como la propensión a invertir”.
Nicaragua se mantiene rezagada en la administración de tierras, pese a que ha recibido apoyo de la comunidad de donantes a nivel internacional, que la han asistido en la aprobación de legislaciones y políticas clave como la Ley de Catastro (2005), Ley de Registro Público (2009), Política de Ley de Áreas Protegidas (2009) y un Marco General de Política de Tierras (2010).
“Los esfuerzos continuos para asegurar los derechos de propiedad de la tierra y fortalecer las instituciones de administración de tierras de Nicaragua son fundamentales para aumentar la productividad en el sector agrícola”, enfatiza.
El presidente de la Unión de Productores Agropecuario de Nicaragua (Upanic), Michael Healy, explicó que los conflictos de tierra se derivan de tres factores. El primero está relacionado con las inconsistencias de leyes, en los que ya están trabajando para reformar la Ley de Fronteras y la Ley de Costas, que permitirá que los dueños de tierras en las zonas fronterizas reciban sus títulos de propiedad que pueden ser usados para acceder a préstamos.
El otro es el conflicto que se originó por la reforma agraria de los ochenta, donde todavía hay expropiados sin recibir indemnizaciones y los beneficiarios de esas tierras expropiadas no tienen titulaciones.
Y finalmente, los problemas por traspaso de tierras heredadas. Al respecto menciona que cuando los padres heredan a sus hijos sus tierras, estos no se preocupan por registrar sus nuevas propiedades, explica Healy.
El representante gremial admite que la falta de titulación de las tierras restringen el acceso a préstamos por parte de los productores lo que impide tener capital para hacer las inversiones que se requieren para elevar la productividad.
Graves rezagos productivos
La magnitud del problema de productividad de las tierras es tal que por cada hectárea en producción Nicaragua obtiene en promedio 717 dólares, equivalente a entre 40 y 60 por ciento de lo que obtiene Honduras, El Salvador y Guatemala en igual unidad de tierra, y apenas el 16 por ciento del valor de Costa Rica en la productividad de la tierra.
“Aumentar la productividad de la tierra podría elevar el crecimiento sectorial y el crecimiento general del Producto Interno Bruto de la economía. Hasta la fecha, los aumentos de la producción agrícola se han logrado principalmente mediante una expansión en el sector agrícola, modelo basado en la expansión de la frontera agrícola”, alerta el organismo.
¿Por qué urge aumentar la productividad? No solo porque Nicaragua tiene potencial para impulsar un modelo productivo intensivo, sino porque este problema de baja productividad está presente en los principales productos de exportación.
El café, que cada año aporta más de 350 millones de dólares anuales, es un ejemplo más claro de la gravedad de este problema en la agricultura de Nicaragua. Según un estudio citado por el Banco Mundial, hay una gran brecha entre los productores de bajo y alto rendimiento. Solo el veinte por ciento de los productores totales de café tienen altos niveles de productividad, y en su conjunto producen el 43 por ciento de la cosecha nacional de café.
Comparado con los productores de café con los más bajos niveles de rendimiento, el veinte por ciento de estos agricultores eficientes “producen en promedio 5.2 veces más producción por unidad de tierras, 4.3 veces más producción por trabajador permanente y 3.6 veces más producción por trabajador temporal”, menciona el Banco Mundial.
En promedio los cafetaleros con bajos niveles productivos logran cosechar el 19 por ciento de lo que produce uno con altos niveles de productividad.
¿Qué hace más productivo al café? El reducido segmento de cafetaleros con altos niveles productivos han renovado sus plantaciones, tienen disponibilidad de equipo adecuado (por ejemplo, equipos de molienda) y pertenecen a una organización de productores, junto con el acceso al crédito y asistencia técnica.
Healy asegura que para poder impulsar la productividad asociar a los productores será clave, para que la transferencia de tecnología y asistencia técnica lleguen con mayor efectividad.
Ganadería no se queda atrás
A los problemas de baja productividad que afronta la actividad agropecuaria y que requieren inversión para solucionar el problema, también se suma la ganadería, otro sector clave en las exportaciones de Nicaragua.
Entre las limitaciones que tiene este sector figuran, según el BM, la escasa tecnología y la infraestructura agrícola, tanto en la ganadería como en la alimentación animal, la genética deficiente y la necesidad de introducir nuevas razas; el acceso limitado al crédito, bancos o instituciones microfinancieras, y apoyo gubernamental inadecuado a la industria sobre estándares fitosanitarios más avanzados y sistemas asociados de inspección y trazabilidad.
Las barreras productivas y sanitarias en la ganadería han ocasionado que el sector no logre ingresar al mercado europeo a través de la Asociación de Acuerdos con la Unión Europea, pese a que habían muchas expectativas para entrar a ese mercado. “Los resultados han sido decepcionantes, ya que los productores no pudieron cumplir la cuota de carne de vacuno, debido principalmente a la incapacidad de la industria para cumplir con las normas técnicas relacionadas con la trazabilidad, la calidad y la certificación agrícola”, señala.
Más barreras
El Banco Mundial indica que varios de los problemas antes mencionados que sufren las distintas industrias son transversales entre sí dañando las posibilidades de lograr entre el sector privado aumentar su nivel de crecimiento.
En resumen el BM menciona como barreras al crecimiento del sector privado: acceso a la financiación, educación específica, infraestructura inadecuada, altos costos de energía, y baja productividad entre los productores.
Precios de la energía dañan
Además de lidiar con los problemas de productividad de la actividad agrícola, la industria en Nicaragua también tiene graves problemas de sofisticación y altos precios de la energía, según el Banco Mundial
De hecho el sector asegura que debido a los altos precios de la energía, el sector pierde competitividad frente a la posibilidad de atraer inversión por tener mano de obra barata en Nicaragua.
“Los operadores encuentran a menudo que su ventaja competitiva debido al menor coste de la mano de obra se borra debido a los mayores precios de la energía, que representan una gran parte de los costes operativos de las empresas. También la expansión a productos de mayor valor es limitada debido a la baja productividad y la falta de mano de obra calificada”, menciona.
A lo anterior se suma el hecho de que “las carreteras están mal mantenidas y a veces intransitables, con excepción de algunos enlaces interurbanos importantes. La infraestructura del puerto marítimo es limitada y los costos son altos”.
Concentración de tierras productivas
En Nicaragua el 40.6 por ciento de los productores son de subsistencia, los que apenas tienen en su poder el 2.5 por ciento de las tierras productivas, según el Banco Mundial.
Los productores que practican la agricultura de subsistencia están en los granos básicos y cafés, y otros productos para el autoconsumo y los mercados locales (maíz, frijoles, arroz de lluvia, sorgo y ganado).
Por el otro lado están las fincas comerciales familiares y de grandes productores agropecuario, que representan el 16.6 por ciento de los productores a nivel nacional. A diferencia de los productores con agricultura de subsistencia, estos productores grandes tienen sus tierras en áreas geográficas con mayor potencial productivo, vinculado a cadenas de valor agropecuario y comercialmente viables como empresas.
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