Las prácticas agrícolas climáticamente inteligentes mejoran la vida de las agricultoras en Tanzania | Land Portal

 

Mariam Tungu, una mujer del distrito de Ikungi, situado en la provincia de Singida, en el centro de Tanzania, llevaba décadas cultivando una pequeña parcela de tierra detrás de su casa. Ya se había resignado a cosechar apenas lo suficiente para el sustento de su familia: "Con suerte, conseguíamos un pequeño extra para vender y dar carne o huevos a nuestras hijas e hijos esa semana, pero parecía imposible que se convirtiera en algo permanente".

La historia de Mariam es similar a la de otras muchas agricultoras del país, en el que las mujeres, a pesar de constituir la mayoría de la mano de obra en el sector agrícola, se enfrentan a múltiples barreras en su camino hacia el empoderamiento.

Las mujeres tienen limitado el acceso y el control de los recursos productivos como la tierra y el capital. Sólo el 8 por ciento de las mujeres del país son propietarias únicas de tierras y sólo en el 4,1 por ciento de los títulos de propiedad de tierras aparece el nombre de una mujer. Porque, debido a una normativa discriminatoria, tradicionalmente sólo los hombres heredan la tierra. Eso significa que, a menudo, las mujeres únicamente pueden cultivar la tierra de su esposo o alquilar un terreno, con dificultades para acceder al capital y sin una propiedad que sirva de aval para solicitar un crédito. Estas restricciones de financiación limitan todavía más su capacidad para comprar herramientas y otros recursos necesarios, como semillas o fertilizantes.

El cambio climático, que se manifiesta en la alteración de los patrones meteorológicos y la reducción del rendimiento de los cultivos en todo el país, ya se está cobrando su peaje en la agricultura de Tanzania. También está exacerbando las desigualdades en el sector: a las mujeres les resulta más difícil acceder a los conocimientos y a la tecnología que necesitan para resistir mejor estos golpes.

Ante esta compleja situación, las mujeres del distrito de Mariam decidieron unir fuerzas. Se organizaron en grupos de productoras, poniendo sus recursos en común para cultivar parcelas más grandes y plantar girasoles, la opción agrícola más rentable de esta región. Al vender sus cosechas de forma colectiva, las mujeres han podido atraer a clientes más grandes. 

En 2020, Mariam se sumó a uno de estos grupos de productoras. Ese mismo año, en el marco del programa conjunto "Hacer realidad la igualdad de género mediante el empoderamiento de las mujeres y las adolescentes" impulsado por ONU Mujeres y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), ONU Mujeres se asoció con Farm Africa para mejorar los conocimientos de su grupo y de otros 15 grupos de productoras de las localidades vecinas sobre prácticas agrícolas modernas e inteligentes desde el punto de vista climático. Las mujeres recibieron capacitación sobre riego por goteo, métodos para gestionar mejor el agua y estrategias sostenibles para incrementar la productividad de las cosechas de girasol.

Además, recibieron semillas de girasol híbridas, más resilientes al cambio climático, y se las puso en contacto con cooperativas de marketing agrícola para mejorar su acceso al mercado.  Gracias a un almacén construido con el apoyo del programa, también podrán almacenar su producción durante más tiempo y potenciar las ventas después de la cosecha.

Hasta la fecha, más de 300 mujeres se han beneficiado del programa y han aumentado sus ingresos hasta casi doblarlos. El grupo de productoras de Mariam ha invertido los beneficios en diversificar los cultivos, añadiendo tomates, cebollas y sandías, y Mariam ha podido poner en marcha una pequeña granja de pollos.

Como resultado de una colaboración entre ONU Mujeres y el Gobierno de Tanzania, ahora también es la orgullosa propietaria de un terreno.

Dado que las pruebas demuestran que cuando las mujeres son propietarias de la tierra mejora la productividad agrícola de sus cultivos, ONU Mujeres se unió al Ministerio de Tierras, Vivienda y Asentamientos Humanos de Tanzania y a otras autoridades locales para redactar planes de ordenación del uso de la tierra en entornos rurales. Estos planes ayudan a proteger los derechos de propiedad de la tierra de las mujeres en el marco de la legislación consuetudinaria, permitiendo que las mujeres registren legalmente los terrenos de su propiedad, ya sea de forma independiente o como copropietarias, mediante la obtención de certificados de derechos consuetudinarios de ocupación (CCRO).

"En cuatro localidades del distrito de Ikungi se han emitido más de 5.000 CCRO, la mayoría de ellos a mujeres", ha explicado Hodan Addou, representante de ONU Mujeres en Tanzania. "El hecho de que las mujeres tengan un mejor acceso a la tierra se ha traducido en que han podido cultivar parcelas más grandes, solicitar créditos con más facilidad y diversificar sus actividades agrícolas".

Como beneficiarios del programa de desarrollo de capacidades sobre los derechos de propiedad a la tierra, Mariam y su esposo acordaron registrar ambos nombres en el CCRO de su terreno, de modo que ella también es propietaria: "Ahora, si a mi marido le pasa algo, mis derechos estarán garantizados. No habría podido imaginarme una bendición mayor".

 

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