Por: QUERALT CASTILLO CEREZUELA (GLASGOW)
"Que nos devuelvan nuestras aguas", pide Mariela Tejerina, una de las representantes de la Minga Indígena en la COP26. Allí reclaman la autonomía de los pueblos originarios, ser escuchados y que se respete el derecho internacional.
En el auditorio del Tramway de Glasgow, en la zona de Pollockshields, suena El cuarto de Tula. El Tramway es un recinto de artes visuales y escénicas donde antes se encontraba el depósito del tranvía de la ciudad. Durante estos días que dura la COP26 acoge eventos, conferencias, actuaciones y exposiciones. Para entrar no hay que hacer largas colas ni vestir de una manera determinada, y no hay que pasar controles de seguridad. En resumen, no se necesita acreditación y los baños son accesibles. Un café cuesta lo que tiene que costar un café.
En la parroquia de al lado, en la St. Ninian’s Scottish Episcopal Church, mujeres y hombres de los pueblos originarios terminan de prepararse. El azul de Naciones Unidas ha sido substituido por colores vivos y plumas. Algunas mujeres se trenzan las unas a las otras las largas melenas azabaches, bellas ellas, siempre imponentes. Se preparan para el primer acto de la Minga Indígena en el marco de la COP26 en Glasgow.
La Minga Indígena es una agrupación de colectivos, organizaciones y comunidades de diversas Naciones Indígenas de toda el Abya Ayala. Desde el alto de los Andes hasta el profundo de la selva amazónica, la Minga Indígena pide la autonomía de los pueblos originarios, ser escuchados y que se respete el derecho internacional. Derecho a una tierra que defendieron y cuidaron sus antepasados y que les pertenece. No es la primera vez que se presenta en una COP. De hecho, estuvo en París, Cancún, Perú y Madrid. Precisamente en la capital española, la Minga Indígena entregó un mensaje a la Presidencia de la COP25 en el que recordaba la necesidad de garantizar los derechos a la autonomía y la libre determinación de los pueblos sobre sus territorios. Muchos de los líderes de la Minga Indígena es la primera vez que cruzan el charco. De hecho, es una de las primeras reflexiones que plantea Uboye Gaba: ¿pueden creer que aún hay gente en este planeta que no ha visto a otra gente?
Minga significa «hacerlo entre todos, de manera colectiva», y este es, precisamente, su mantra. «Queremos ayudar a la Humanidad a recordar qué es ‘Ser Humano’ e invitar a todos a unirse a la causa por el clima y la diversidad biológica y cultural», se autodescriben. Si bien la conferencia lleva por título Otras soluciones a la crisis climática: el disfraz de cero neto y los mercados de carbono, poco dura el hilo conductor. Hay tanto que contar que resulta complicado mantenerse en el tema.
Gricelda Rivera Sánchez (Nahua-México) habla claro. «Durante mucho tiempo hemos vivido historias de desigualdad. Ahora, las soluciones climáticas que están dando ante la crisis que vivimos, están incluso haciendo aumentar esas desigualdades raciales y sociales«. Dice que, en la lucha contra el cambio climático, no se está teniendo en cuenta a los pueblos originarios, hecho que perpetua la injusticia.
Pone un ejemplo: «En México tenemos el mejor viento del mundo y esto hace que en un territorio pequeño en el que viven cuatro comunidades distintas tengamos más de 30 parques eólicos con más de 3.000 generadores«. Apunta directamente a las renovables: «No son siempre una solución, en nuestro caso están incrementando la violencia y la desigualdad. Hay sicarios que trabajan para estas empresas«. La situación que describe Gricelda Rivera no es única en el mundo. En territorio maya, por ejemplo, también en México, el auge de la energía solar está arrasando parcelas de selva. «Si no reducimos el consumo energético y dejamos que las consecuencias las continúen pagando los pueblos originarios, perpetuamos los procesos colonizadores». Rivera lo tiene claro: «Las soluciones para la crisis climática no pueden dejar fuera las opiniones y el diálogo con los pueblos originarios»
Uboye Gaba, del pueblo Waorani y Tageiri Taromenani (Ecuador), empieza hablando en su lengua para luego dirigirse en un español medio torpe a la audiencia. Es de un pueblo indígena recientemente contactado. «He venido para dar un mensaje al mundo, para que sepan quiénes somos. Nosotros somos los guardianes de nuestro territorio. Nuestros abuelos lo defendieron y nuestros nietos continuarán protegiéndolo. ¿Qué nos garantizan los gobiernos y a cambio de qué?». Para Uboye Gaba, la defensa del territorio es la principal prioridad.
Periodistas, pregunten
Mónica Feria-Tinta es una abogada latinoamericana especializada en Derecho Internacional residente en Londres. Con más de 20 años de carrera a sus espaldas, lanza una pregunta a los (pocos) periodistas presentes en la sala. «¿Por qué no preguntan a los Estados que han firmado el pacto contra la deforestación por qué no están teniendo en cuenta a las comunidades indígenas que viven en estos espacios? Desde el Congo hasta la Amazonía, ellas son las que viven allí». La gente del público aplaude ante la severidad de sus palabras.
Su discurso es potente en contenido y forma. Nada que ver con la retahíla de conceptos vacíos y gastados que se están oyendo estos días en la Blue Zone de la COP26, donde tienen lugar las negociaciones. «El derecho internacional ha ido violado de manera sistemática, como han sido violados los derechos de los pueblos indígenas, a pesar de existir unos estándares muy claros y leyes vinculantes». Hace referencia a la Convención Americana de los Derechos Humanos (Pacto de San José), adoptado en 1969 y que establece el Derecho a la Propiedad Privada, en el Artículo 21; y al Convenio 169 de la OIT, que en su artículo 1º esclarece quiénes son los indígenas: «Los pueblos en países independientes [son] considerados indígenas por el hecho de descender de poblaciones que habitaban en el país o en una región geográfica a la que pertenece el país en la época de la conquista o la colonización o del establecimiento de las actuales fronteras estatales y que, cualquiera que sea su situación jurídica, conservan todas sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas».
«Estos derechos están ligados a la cultura, la dignidad y las tradiciones y están protegidos por el derecho internacional». También destaca el Derecho a un Ambiente Sano, que «tiene que ver con el derecho a una vida con dignidad. Forma parte de un derecho inherente al ser humano» y se contempla en la Resolución de la Asamblea General de la ONU A/RES/45/94.
Tanto Gricelda Rivera, como Uboye Gaba y Mónica Feria-Tinta coinciden en algo: los pueblos originarios no solo sufren los efectos del cambio climático que provocan otros, sino que además también sufren las aparentes soluciones, como la instalación de infraestructuras de energías renovables. «Las soluciones que es están aportando desde las oficinas en la lucha contra el cambio climático no tienen en cuenta las necesidades de las comunidades», sentencia Graciela.
A unas pocas millas y casi a la misma hora, en la Greenzone, unas chicas procedentes de pueblos originarios de Brasil protagonizan otra conferencia. Una de ellas se emociona, se siente mal y tiene que salir de la sala, pero las cámaras no dejan de grabar ni un minuto.
Le preguntamos qué esperan de la COP26 y por qué han venido hasta aquí. Su respuesta es corta y contundente: «Esperamos ser escuchados y considerados».
Publicado en : climatica