El asentamiento Arsenio Báez es fruto de una de las largas y penosas luchas por la tierra que se dio en Paraguay, desde la caída de la dictadura en 1989. Cuenta con 346 hectáreas, en promedio las familias tienen entre 3 y 5. Luego de años de lucha, el Estado paraguayo procedió a expropiar la tierra a favor de los ocupantes.

En 1995 se creó una comisión vecinal de sin tierras para representar a 200 familias; esto duró 5 años. Sin respuestas, se inició la ocupación de una propiedad privada. En ese tiempo fueron desalojados 5 veces y perseguidos los ocupantes. En 2000, después de una larga movilización se logró firmar un acuerdo para adjudicarse la tierra.

La lucha por la hacienda Santa Elina (Brasil) es de una ocupación permanente reivindicando la reversión de esa propiedad durante 15 años. Actualmente tienen un título denominado “contrato de concesión de utilización” donde ellos son los beneficiarios pero la tierra sigue en propiedad del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria.

Los quilombolas -descendientes de los esclavos negros- de Erepecuru (Brasil) viven en el medio de la selva amazónica, en una región que abriga el mayor mosaico de áreas protegidas del mundo que incluyen 12,8 millones de hectáreas de unidades de conservación estatales, 1,3 millón de hectáreas de unidades de conservación federales, 7,2 millones de hectáreas de Tierras Indígenas.

Caso de un barrio en las afueras de Quito que en 2005 se reconstituye como comunidad ancestral, con derechos colectivos, en medio de conflictos y amenazas por actores externos

Es el caso de una Asociación de productores que no poseían tierras, trabajando como partidarios en las grandes haciendas. Los miembros de la Asociación tuvieron la oportunidad de comprar una hacienda de 110 hectáreas y encarar sus procesos productivos de manera independiente

Como os demais títulos quilombolas, o da Cabeceiras, munícipio Óbidos, Pará, é uma propriedade coletiva que não pode ser comercializada, arrendada ou dividida. A regularização do território foi realizada pelo governo federal, através da Fundação Cultural Palmares, órgão ligado ao Ministério da Cultura.

Es un caso donde una familia campesina que se ve obligada a migrar a otra área rural, compra tierras y se estable en la vereda El Rosal del municipio de Paipa, para dedicarse a la producción agroecológica y el autoconsumo.

La subdivisión del espacio familiar y la no disponibilidad de un registro adecuado, generó disputas por la ocupación de la tierra. Las nuevas generaciones de la comunidad enfrentan la situación retomando niveles de decisión colectiva y promoviendo la acción comunal con el fin de actualizar los derechos de propiedad, a través de la construcción de pactos internos y la negociación voluntaria.

La historia de la familia Murillo Barajas es un ejemplo de regreso de la ciudad al campo y de acceso a la tierra a través de la herencia y la compra de un terreno aledaño, para establecer, luego de mucho trabajo, una exitosa finca dedicada a la producción agroecológica sostenible.

Caso que muestra el esfuerzo de un grupo de personas de la comunidad para preservar las tierras colectivas, a las que tuvieron acceso en el marco del proceso de reforma agraria. Los protagonistas son varios de los ex trabajadores de la antigua hacienda de Caspigasí del Carmen, algunos de sus descendientes y un puñado de aliados locales.

Experiencia familiar de acceso y retorno a la tierra, encabezada por doña Rosa, mujer campesina que de niña llegó a Bogotá. En un barrio urbano, encuentra un basurero, habilitándolo para la agricultura agroecológica, cultivos orgánicos y uso de semillas nativas que se convierte en un espacio de encuentro y minga, donde se comparte saberes: la Granja Escuela Agroecológica Mutualitas y Mutualitos